CANTO A CHIAPAS
Chiapas es en el cosmos, lo que una flor al viento
es Célula infinita que sufre, llora y sangra,
invisible universo que vibra, rie y canta.
Chiapas, un día lejano y serena y tranquila y trasparente
debió brotar del mar ebrio de espuma,
o del cósmico vientre de una aurora.
Y surgió inadvertida como un rezo de lluvia entre las hojas,
tenue como la brisa, tierna como un suspiro,
pero surgió tan honda, tan real, tan verdadera y tan eterna,
como el dolor que desde siempre riega su trágica semilla por el mundo.
Desde entonces Chiapas es en el cosmos lo que una flor al viento,
Chiapas nació en mi, con el beso primario en que mi madre,
marcó el punto inicial del sentimiento.
Chiapas creció en mi, con los primeros cuentos de mi abuelo,
en la voz de mi primer amigo y en la leyenda de mi primera novia.
Desde entonces Chiapas es en mi: Sangre, beso, voz y leyenda,
y fue preciso que el caudal de los años se rompiera,
sobre mi triste vida solitaria, como la espuma en flor, de roca en roca,
Para saber que chiapas no era solo rio,
para saber que chiapas no era solo estrella, brisa, luna, marimba y sortilegio
para saber que a veces también era, la indescriptible escencia de una lágrima,
algo así como un grito que se apaga y un suspiro de fe que se reprime.
Supe que chiapas no es solo el insomnio de la selva
besando la palabra de los vientos,
y el rio llorando epopeyas en el torrente el torrente de las horas viejas
percibí en ella una sed insacible de nuevos horizontes
un ansia inconfesada de conpartir su vieja voz de arrullo,
su triste voz, triste como la imagen del indio
clavada entre la cruz de sus caminos.
Más supe que Chiapas era el callejón, aquel donde labraba el tiempo
aquel olor a lluvia que cantaba la santidad de nuestras almas niñas,
y supe además que a ratos era una fiesta de luces en el barrio
el aroma infinito de una ofrenda;
y una marimba desafiando al aire profanada de cohetes y campanas.
Chiapas, he de volver a ti, como un suspiro al viento
como un recuerdo al alma,
he de volver a tí, como el cordero fiel de la leyenda,
para ser una nota que perdida vague en la soledad de tus deberes
para ser una más entre redes tejidas con el hilo del incienso;
y beber el poema de tus noches en en la leyenda azul de tus marinas;
y cuando viejo, solo y abatido se aproxime el final de mi existencia,
he de besar tu tierra para siempre,
a esa bendita tierra que cual ella me hiciera
con un alma de cruz y de montaña.
AUTOR: ENOCH CANCINO CASAHONDA
martes, 2 de septiembre de 2008
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